SÁBADO DE LETRAS/JUEGO ENTRE AMIGOS - Facebook
El estrés y un dilema
Sigo admirando ese banco que, pintado de colores, se ve alegre, divertido e invita al sosiego; tal vez, en cierto sentido, me ha embelesado.
Cada vez que acudo a ese lugar me entran ganas de sentarme en él, quizás porque sus colores cierran la puerta del invierno. Sin embargo, nunca lo he hecho. La primera vez que lo vi, ideé que, tal vez, si me sentase, llegaría de pronto la primavera; pero no lo hice por motivos prácticos, pensé que quizás estuviese recién pintado y podría manchar mis pantalones, aunque era extraño que no hubiese ningún cartel indicándolo.
Lo cierto es que llevaba prisa.
La segunda vez, me di de bruces con la realidad. Llegaba cansada y deseaba sentarme mirando al mar, recordaba que habían pintado un banco de colores en el paseo y me dirigí a él. Entonces me di cuenta de que el respaldo estaba orientado al mar, y el asiento hacia una pared blanca, el muro de una casa típicamente marinera.
¡El banco estaba colocado al revés!
Cada vez que paso por ese lugar, me pregunto por qué hacer algo tan estrafalario como sería admirar un muro blanco, desde un banco de colores que da la espalda al mar. ¿Tal vez fue antes el banco que el muro? Sería sorprendente que hubiese sido al revés.
Me alegra ver esa puerta de entrada hacia el verano, y me planteo como puedo acomodarme en él, y obtener sosiego.
María Teresa Fandiño.