Viajo por las letras con la maleta llena de libros. Escribo novelas y relatos, pero si me siento poética la lleno de poesía o de lírica. Soy "cuentista". ¡Otros van más allá e incluso publican mis historias! Os deseo un paseo agradable por mi blog. Mis trabajos están registrados, podéis usarlos citando la procedencia y sin alterar su contenido, siempre y cuando se utilicen para actividades sin ánimo de lucro.

domingo, 13 de noviembre de 2016




...hizo un gran esfuerzo y se incorporó en la cama; caminó despacio hacia la ducha como arrastrando
los pies y, mirándose de soslayo al espejo, se sintió patética. Auguraba un día duro. Se colocó sus
cremas y el colirio en los ojos, rojos como fuego, que denotaban la falta de descanso; las lentillas, con una práctica ya de años; la melena ondulada, teñida de suaves mechas rubias, con las que se veía más joven y favorecida; el maquillaje a fondo, como intentando disimular las ojeras oscuras, que contrastaban con su tez blanca. Era reacia a vestirse de colores oscuros, todavía hacía calor, así que, después de un par de cafés y dos aspirinas, consiguió introducirse en un vestido verde de seda; lo sintió ceñido, al punto de ahogarse cual Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevó; su cintura ya no era tan estrecha como había sido, pero no estaba mal. Se subió a unos tacones de aguja muy altos, sujetándose a la pared con una mano y la otra en equilibrio; se pintó los labios de color coral; muy escotada, superó la estricta revisión ante su espejo, ese de toda la vida, el que siempre la insultaba por las mañanas antes de maquillarse; un espejo de metro y medio de alto, estrategicamente situado ante la puerta de salida, que, cada mañana la revisaba de arriba abajo.
Consiguió llegar al garaje con buen paso, y sentarse en el asiento del conductor sin haber tenido un solo percance con los tacones. La batalla estaba ganada.
Arrancó, volante en mano, y se encontró el sol de frente, sintió un golpe de luz en sus ojos, como si sufriera de resaca.
—Llega una edad en la que hay que dormir toda la noche Isa, se decía. A menudo mantenía conversaciones consigo misma dentro de su coche mientras acariciaba el volante; él era parte de ella misma, como si formara parte de su cuerpo. Siempre le había respondido, nunca se había averiado en la carretera.
La tarde anterior había ocurrido algo inesperado... 

Fragmento de mi novela "Como globos de colores"
María Teresa Fandiño | Como globos de colores
Registro de la propiedad intelectual 03/2016/123









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Registro 03/2016/123

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