Viajo por las letras con la maleta llena de libros. Escribo novelas y relatos, pero si me siento poética la lleno de poesía o de lírica. Soy "cuentista". ¡Otros van más allá e incluso publican mis historias! Os deseo un paseo agradable por mi blog. Mis trabajos están registrados, podéis usarlos citando la procedencia y sin alterar su contenido, siempre y cuando se utilicen para actividades sin ánimo de lucro.

martes, 15 de agosto de 2017

Patética mujer enamorada - Publicado en la revista digital Gealittera.



¡Patética mujer enamorada!



Paseando ensimismada por una céntrica calle de una pequeña ciudad española, una mujer observaba las flores que nacen en los árboles; su cara llevaba dibujada la tristeza. Dos hombres se acercaban a ella despacio, a través de caminos diferentes. Ambos se habían reconocido, se saludaron y comenzaron a charlar amigablemente.

De pronto, el más joven encontró una madera en un contenedor de basura; parecían restos de una obra, la madera tenía clavos. Comenzó a pegar al otro hombre una y otra vez. El herido cayó al suelo inconsciente; su sangre salía a través de las heridas que le produjeron los clavos; lo hacía a borbotones con cada latido de su corazón. La mujer observaba aterrada, mas no parecía sorprenderse de tal suceso. Un médico acudió a socorrer al herido al mismo tiempo que una pareja de ancianos llamaban a la ambulancia. La mujer, de mediana edad, comentaba el caso a la policía sin inmutarse; quienes tomaron declaración también a los transeúntes.
Ella dijo conocer a los dos hombres y aportó la descripción del atacante.
—Su piel se asemeja a la de un reptil, se está abriendo y casi no puede moverse, está gangrenada. Son los efectos de una droga que consume.
—Desomorfina, la conocemos. Sus efectos son sobrecogedores, se come la carne del cuerpo humano, mientras convierte a las personas en zombis.
—Está muy enfermo.
—Huyó corriendo a través de las calles peatonales, no debe estar tan enfermo como dice usted. —Comentaba uno de los policías.
La mujer relató una excéntrica historia; le había conocido a través de un chat. A pesar de alguna distancia entre ellos, consiguieron conocerse personalmente, ella enloqueció de amor por quien había sido su “príncipe azul", ahora se sentía patética.
Él consumía drogas, cada vez más; llegó a inyectarse, su situación física y económica empeoró. En poco tiempo se arruinó debido al consumo de heroína. Encontró un remedio barato: fabricó una droga en su propia casa, una droga llamada “krokodil” que carcome la piel.
Le despidieron, perdió su casa y se tiró a las calles. No tenía donde dormir pero tampoco tenía modo de preparar la droga. Descansaba en bajos abandonados despreciado por su familia y sus amigos; sin embargo ella lo siguió, intentando ayudarle.
Más adelante comenzó a tener heridas en el cuerpo, su piel parecía de cocodrilo. Su carne se desprendía y de esta forma, podían verse sus huesos en las profundas heridas que tenía en algunas zonas de su cuerpo. Se sentía atormentado por un profundo olor a muerte lenta y sin remedio, una muerte terriblemente dolorosa; intentaba dejar las drogas mas le resultaba muy difícil, casi imposible.
Después de tres días, una operación y muchos puntos en su cuerpo, el otro hombre se despertó en un hospital. Decía que había soñado mucho, que hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, que soñaba con la primavera, música, las margaritas, flores de colores y el sonido del viento… ¡Agonizaba en una cama de hospital! Sin embargo se apreciaba que hasta ese momento había sido un hombre sano, no consumía drogas. Sospechaban quienes lo atendían: ¿Por qué razón llevaba krokodil en el bolsillo cuando entró en el hospital?

Tal vez era él quién lo distribuía.


María Teresa Fandiño.
Derechos reservados.
La Coruña.

España.







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